SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE COLOMBIA

NUEVOS PROTAGONISTAS

LA ÉPOCA DEL FOLLETÍN

Alberto Mendoza Morales

Vivimos la época “folletinesca”. Así la llamó Hermann Hesse. Época enredada y patética. La describió en grandes trazos. Habló de la situación árida en que discurre nuestra existencia, signada por la mecanización de la vida, la decadencia moral, la corrupción de los políticos, la indecencia de los administradores, el descreimiento de los pueblos. Las instituciones de ciencia y educación sufren las consecuencias. Hay grave descenso en la cultura.
Hesse dijo que en tiempos ordenados y justos la música es tranquila y profunda. En tiempos de confusión, agitada y rabiosa. Las orquestas son caóticas. Producen ruido metálico e industrial. No conducen al recogimiento místico, ni a ponerse las gentes de acuerdo, sino a exacerbarlas y alienarlas. La vida, en la época folletinesca, parece una planta que se prodiga en retorcidos crecimientos hipertróficos. Requiere poda hasta las raíces.

En esa condiciones hay que crear centros de reflexión que atraigan a las personas por la vía del magisterio. Hay que crear ínsulas del buen sentido, repúblicas de lo espiritual, nobleza del talento, aristocracia de lo ideal, agrupaciones que sueñen, sean oídas y puedan dar y legar lo mejor de la vida, producto de la meditación y del trabajo, de elevada y profunda visión de la vida, de los hombres, de los pueblos.

La barbarie oscura de la humanitas insensata deja entrever, en el seno de la civilización, una oculta cara luminosa, una escondida conciencia lúcida. “Entre esa nebulosa humana alumbra un fanal encendido por quienes buscan la verdad; no están en un juego para vencer ni perjudicar a nadie”. Son los que transitan los caminos de la creatividad, los desequilibrados en este mundo caótico: literatos, artistas, utópicos, cazadores de frases, poetas, visionarios de la luz, visitantes de regiones escondidas del alma humana, forjadores de sueños, profetas. Son los que conforman la conciencia lacerante de la humanidad: mártires, místicos, soñadores, pintores, coleccionistas de atmósferas y músicos captores de silencios y rumores. Son los locos. Viven en las fronteras de la realidad. Constituyen una vanguardia ocupada en la práctica ingrata del altruismo.

Esos seres forman legión excelsa. Son semiocultos exponentes de la sociedad mundial. Se agrupan en cuatro especies, científicos iluminados que abren caminos; magos racionales, llenos de interrogantes y dudas quemantes; filósofos, creadores de conceptos; teólogos, buscadores del principio eficiente. ¿Serán ellos -científicos, magos, filósofos, teólogos- los protagonistas de una nueva civilización? ¿Tendremos la capacidad de oírlos y atenderlos?

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