Los males que amenazan al mundo, como la falta de alimento, el agotamiento de las fuentes de agua potable, el calentamiento global, la tala de bosques y la destrucción de los suelos debido al mal manejo y a la erosión, obliga a que la humanidad preste mayor interés por conocer el más importante de los elementos del medio ambiente físico: el suelo.
Un suelo productivo debe estar constituido por contenidos adecuados de materia orgánica (humus) y minerales, presentar una proporción equilibrada de poros grandes y pequeños que respondan por la aireación, el drenaje y la retención del agua, y debe estar habitado por miles de millones de organismos (algas, bacterias, hongos, actinomicetos, lombrices, insectos, etc.) que descomponen los residuos de plantas y animales muertos, transformándolos en humus y en elementos minerales para la nutrición de las plantas. En este sentido, el suelo debe considerarse como un ser vivo.
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