La Don Gabriel Videla, del Departamento e Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires, envía unas “líneas sobre geografía que surgen del deseo de pensar libre”. Pone el dedo en la llaga. Su documento dice que “por geografías entiende, grosso modo, las formas sociales en interrelación con las materias concretas territorializadas, en otros términos las formaciones socioespaciales”.

Es frecuente encontrar ahora en los geógrafos la tendencia a hablar, no de geografía sino de “geografi@s y geografías”. La pluralización le resta fuerza, personalidad, validez y claridad a una ciencia unitaria como es la geografía. Es como si comenzáramos hablar de biologías, físicas, incluso de medicinas. El desvío puede achacarse a confundir ciencias, que son unitarias, con las partes que la componen que son muchas.

Un geógrafo de la Universidad Nacional de Colombia, me entregó, hace algún tiempo, su definición de geografía: “es la ciencia que estudia los grupos humanos asentados en un territorio”. Mi réplica no fue instantánea. Fue razonada. La ciencia que estudia las formas sociales es materia que corresponde a los sociólogos. Tropezamos con evidente usurpación de campos. Es al revés. La geografía es la ciencia que estudia el territorio donde se asientan los grupos humanos. Aquí esta haciendo falta una reflexión epistemológica. Necesitamos aclarar dónde está y qué trata cada área del conocimiento. La indebida intromisión, en el campo de estudio de otros científicos, los sociólogos en este caso, contribuye a la confusión en ambos lados, en el geográfico y en el sociológico.

Prefiero definir la geografía como una ciencia natural. Una de las más antiguas junto con la astronomía y su prima la astrología de evidente demanda antropológica. Como una ciencia de Estado con la que estudiamos territorio, población y gobierno. Con la que describimos el planeta, localizamos los seres animados e inanimados que lo ocupan y estudiamos sus correlaciones. El proceso nos conduce al ejercicio de su ordenamiento, uso y manejo.

Las definiciones geográficas alienadas, han conducido al desconocimiento del planeta, específico tema de estudio del geógrafo. El vacío de atención lo han llenado los ecólogos, los únicos que se han alzado contra los abusos que la especie comete con la Tierra. Han sido objeto de violencia en su trascendental empeño de defender el planeta. Han puesto los muertos.

No es despreciable la adicional confusión que muestran algunos “geógrafos” cuando incorporan en esta ciencia su afiliación ideológica. Lo han hecho desde la izquierda radicalizada. Plantean una sospecha. No han sabido interpretar las sabias enseñanzas de Milton Santos el ilustrado y dignísimo maestro brasileño.