LA LEY DE LA SELVA
Alberto Mendoza Morales
Colombia no es país de bosques; es país de selvas, como lo enseña el profesor Joaquín Molano Barrero. El bosque es antrópico, lo planta el hombre y lo usa con técnicas de sembrado, tala y reconstitución. Canadá y Chile son ejemplos de cultura del bosque. La selva es natural, densa en especies arbóreas gigantes. Es un cinturón botánico que rodea el planeta. Ofrece inmensas riquezas duramente “explotadas” por el hombre. La selva se da en dos regiones geográficas de Colombia, el Andén Pacífico y la Amazonia.
El Andén Pacífico es el costado occidental del país. Está comprendido entre el Mar Caribe al norte, la cordillera occidental al oriente, el Ecuador al sur y el océano Pacifico al occidente. Tiene un área de 106.120 km2. Es la zona más lluviosa del mundo. 90% de la población es de raíz afrosudanesa; existen, en pequeña proporción, indígenas, blancos y mestizos. Los daños causados a la selva y a los ríos han sido enormes. Permanentemente denunciados. La tala continúa.
La Amazonia forma la parte suroriental del país. Pertenece a la entraña verde de Suramérica la formación selvática más grande del planeta. Tiene un área de 348.588 km2; corresponde al 5% de la Amazonia Continental y al 30.5% del territorio nacional. Allí residen tres grupos de la etnia brasílica, arahuacos, tupí-guaraníes y caribes. La Amazonia es el corazón y el pulmón del mundo; no resiste los usos y abusos impuestos por las tradiciones occidentales, probadas por el “desarrollo” violento, sucio y arrasador. La Amazonia, es frágil, requiere aceptar un destino específico para su población humana, vegetal y animal, su medio y su ambiente. “La mejor inversión que puede hacerse en la Amazonia es mantenerla como está” (Germán Márquez).
Colombia necesita fomentar la plantación de bosques y salvar la selva. Junto con la Ley Forestal tiene que haber una Ley de Selvas.