El Estado centralista actual es inviable. Es incapaz de solucionar los problemas que agobian a la población. La gente se siente maltratada. “Cuando creemos que todo va a mejorar, siempre empeora” dijo hace poco Arquímedes Vitonás alcalde de Toribío.

La nación requiere reordenamiento integral y profundo del Estado. Reclama nuevos rumbos. En 1947 lo decía Jorge Eliécer Gaitán. Rafael Reyes pidió a los colombianos “hablar de cosas distintas de las corrientes”. Albert Einstein comentó; “la forma de pensar tradicional nos tiene aprisionados en la incapacidad de encontrar nuevos caminos. Los problemas no podrán resolverse con el mismo nivel de pensamiento que los generó”.

A la nación colombiana la afligen, las presidencias ocupadas en apagar incendios, originan ineficacia; la dispersión del poder legislativo, crea improductividad; la asociación de los poderes ejecutivo y legislativo, produce corrupción; la democracia política sin sustento económico, origina ficción. “Cultivamos la más vana de todas las empresas, actuar sobre efectos sin contar la causa que los produce” (Augusto Comte). Nos hemos acostumbrado a vivir en el subdesarrollo.

El cuadro problemático de Colombia lo dibujan 10 palabras; recuerdan las diez plagas de Egipto: centralismo, violencia, pobreza, marginalidad, desempleo, politiquería, corrupción, impunidad, inseguridad y confusión. Se añaden, narcotráfico, latifundismo, desigualdad, privatizaciones y deuda externa. Mientras seguimos repitiendo viejas dificultades carecemos de propuestas para solucionarlas. El Estado centralista repite, excluye, produce pobreza.

Pensemos diferente. La trascendencia de un partido político de jerarquía histórica, actualizado y con gente consciente de lo que sucede, está en abordar la reorganización del Estado colombiano para hacerlo viable, capaz de resolver los problemas que arrastra desde hace más de medio siglo. Ese Estado obedecerá la condición regional del territorio, la población y el gobierno. Será un Estado Regional Unitario.