Para fortuna de la Sociedad Geográfica de Colombia, se ha podido conocer, a través de esta publicación, los rasgos personales, más humanos e íntimos, de ese baluarte de la geografía nacional a quien la Patria debe tanto y cuya memoria pretendemos perpetuar y presentar al conocimiento de los colombianos: el profesor José Agustín Blanco Barros.
También para nuestra fortuna, ha sido una de sus hijas, la doctora Constanza Blanco Barón quien se propuso (y logró del profesor) arrancarle todas esas vivencias personales
y experiencias de conductor de juventudes que, en los escenarios más plácidos del hogar, consigue de él que, con la sinceridad y espontaneidad del padre y maestro, nos permita conocer las facetas de un existir ejemplarizante, lleno de riqueza espiritual, bonhomía y ciencia.
Así con los detalles de sus afectos familiares como con la severidad de sus juicios, deja traslucir la figura de un hombre de sentimientos, de carácter y de principios, muy difícil de conjugar en una sola persona.
El lector podrá apreciar, así sea en las manifestaciones más coloquiales, y tal vez por ello mismo, cómo la visión de “sencilla grandeza” se dio desde sus comienzos, cuando resolvió que su espacio reducido de provincia le confinaba su gran potencial intelectual y por eso se acomodó mejor en una ciudad capital, con mejores horizontes, y después, cursados unos años, lo llevó a los grandes centros universitarios e instituciones regentes de la geografía, a elevarles el nivel y a ordenar sus rumbos en aquellas áreas que fue dominando hasta convertirse en una autoridad.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.