Generalmente, lo más conocido de un lugar son los aspectos sociales, económicos y administrativos y especialmente sus características físicas, por cuanto existen más documentación y más medios que los divulguen.
Por ello nuestro afán de dedicarnos especialmente a resaltar lo que tiene que ver con el patrimonio cultural, pues cada vez se pierden más, en la memoria de los pueblos aquellos valores humanos y sus manifestaciones intelectuales y culturales, fruto de la creatividad individual o colectiva.
La pintura mural comprende un conjunto de escenas que representan relatos contenidos en el Antiguo y Nuevo Testamento. El programa iconográfico recorre toda la iglesia, desde la entrada hasta el presbiterio, en una secuencia admirable de unas obras que permanecieron ocultas bajo capas de pañete durante más de un siglo, hasta que fueren develadas en forma casual.
Los cuadros de arte religioso que permanecen en la casa cural, por su parte, constituyen también importantísimas muestras de la producción artística del periodo colonial.
Tanto los murales como las demás obras son producto del gran maestro Baltazar de Figueroa quien, con sus hijos y sus alumnos, fundó en Turmequé su afamado taller de arte colonial y son parte fundamental del patrimonio cultural del país.
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