La pintura en nuestra patria no fue una excepción en cuanto a su motivación. Como en muchos lugares del mundo, los pintores encontraron necesario y útil el tema de la representación gráfica de instantes y personajes históricos. Relatar el pasado mediante los trazos que dieran cuenta al futuro de ese acontecimiento, de ese evento, el retrato del personaje admirado, para lograr que trascendiera y que sirviera para conservar su recuerdo por generaciones.
Los murales, los cuadros, las miniaturas, han estado presentes gracias a la buena labor de tantos artistas que complementaron e ilustraron los escritos oficiales de los historiadores.
Desde el punto de vista, de la percepción sensorial, es la pintura de historia la llamada a rescatar, para el imaginario nacional, esa memoria indispensable plasmada en lienzos que evocan aquellas campañas heroicas, aquellos rostros de héroes, esos rasgos inspirados que los artistas nos enseñaron y nos permiten hablar hoy de lo que es en esencia la República de Colombia.
Los jóvenes de hoy, en nuestra patria, quizás huérfanos de modelos heroicos, quizás por su desinterés o desconocimiento, prefieren buscarlos en aquellos que batallan en video juegos con personajes de Marvel, hijos de las historietas y posiblemente nietos de Superman.
En cuanto a los contemporáneos, con necesidades de glorificación, veneran o se contentan con admirar a los futbolistas foráneos o los nacionales que, a poco de terminar sus ciclos de gloria pasan al olvido. Quizás no sea su culpa pues, como sabemos, existió un receso en la enseñanza de la historia patria que impidió poner en sus conciencias el mérito y el valor de los próceres; por otro lado, elevan a la calidad de héroes a nuestros ciclistas o atletas que son en realidad grandes en el deporte y admirables. A estos los guardamos en nuestro corazón, pero la historia patria es otro tipo de historia, donde cuentan nuestros soldados caídos en combate por el honor imperecedero de entregar su vida por la Patria, en defensa de su integridad o su libertad.
Se hace necesario, entonces, reencontrar esa historia de sacrificios, la de nuestros mártires, la de los héroes recordados y perpetuados mediante los pinceles de quienes, con su habilidad artística, sintieron la necesidad de que perduraran como soporte moral y registro de honor.
Retomando el tema de los lienzos de nuestros próceres y con el fin de aportar a las magnas fechas por estas épocas en que han trascurrido los doscientos años de nuestra independencia. Se ha elegido rescatar el color y las formas que, durante un tiempo, varios artistas trabajaron representando aquellos eventos variados que les fueron significativos como hechos de libertad.
Obras y autores tienen un espacio en estas páginas. Se han publicado muchos escritos para honrar la memoria de nuestro ejército libertador; los investigadores han extraído de los más recónditos archivos las historias que de su pluma y talento han legado a la historia nacional. Pero son los artistas quienes les ponen cuerpo visible mediante la pintura y tras esta los escultores en la factura de imágenes de bulto mediante bronces y mármoles. Un recuento artístico de las obras escultóricas existentes no cabría en este trabajo a pesar de su inmenso valor, allí entrarían no solo las imágenes de bulto en las procesiones conmemorativas, como en el caso oportuno de la conocida Santa Librada, excepcionalmente relacionada con nuestra independencia ya que su conmemoración fue coincidente con el 20 de julio de 1810, es esta la imagen, que presidiera tantas procesiones patrióticas y religiosas.
Este libro recoge algunos planteamientos que expuso el autor en las Academias de Historia de Bogotá y de Cundinamarca, trabajo que obedeció al deseo de aportar a la conmemoración del Bicentenario de nuestra Independencia, publicado gracias al interés editorial de la Academia de Ciencias Geográficas, Sociedad Geográfica de Colombia y al propósito de divulgación de temas patrios de su presidente, el ingeniero geógrafo Eufrasio Bernal Duffo.
La publicación seleccionó lo más significativo de las escenas y las obras de reconocidos artistas que han retratado un pasado en la pintura de historia; los unos y los otros mediante sus referentes de la gesta libertaria.
De la misma manera, varios otros pintores y varias obras merecían ser incluidos en esta publicación, pero fue imperioso hacer una escogencia y se buscó lo que, a nuestro juicio, resultaba indispensable, no sin dejar de abrigar la esperanza de que al lector estudioso le atraiga el tema del bicentenario, cuya conmemoración bien puede extenderse hasta el 2023, dados los eventos que se sucedieron a la campaña libertadora de larga duración.
Mediante un primer criterio de selección se escogieron únicamente los pintores hoy colombianos; no se incluyeron artistas de nuestras hermanas repúblicas bolivarianas, los que indudablemente trabajaron con maestría los temas de historia, es más, la historia que nos unió en la libertad sellada finalmente por nuestro padre Simón Bolívar.
Para ilustrar, en este libro, como se verá más adelante, fue necesaria la inclusión de policromías en las obras de los autores elegidos buscando aproximación a los originales.
Se incluyen, a manera de ilustración, comentarios sobre las técnicas y los soportes para sus representaciones y el tratamiento que dieron a las imágenes.
Los breves comentarios son opiniones del autor y están lejos de ser una crítica de arte o un juicio estético; prima la condición más valiosa que es, poseer carácter documental.
Finalmente, está consagrada a dos fronteras históricas fundamentales: a los bisabuelos neogranadinos que fueron cercanos o contemporáneos de los acontecimientos; y a los de ahora, herederos privilegiados y agradecidos por sus sacrificios, hoy en la libertad de la República de Colombia.
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