Estado-nación
LA CAMA DE PROCUSTO
Alberto Mendoza Morales
Fue un griego de gigantesca estatura y fuerza descomunal. Era hijo de Poseidón. Procusto entra en la mitología clásica como un monstruo de maldad. Poseía en Eulesis, pintoresca aldea cerca de Atenas, una posada para transeúntes. En ella ofrecía camas. Eran camas de longitud variable. Las asignaba pensando en torturar y matar a quienes pernoctaban en la posada. Las camas las asignaba de acuerdo con la estatura del cliente. Si era alto, lo acostaba en una cama pequeña; las partes sobrantes de las piernas las cortaba con un hacha. Si era pequeño lo acostaba en una cama larga donde lo estiraba hasta hacerlo caber completo en el lecho, con lo cual también lo mataba. Bajo el dominio de Procusto todos sus clientes, sin excepción, sufrieron letales tratos por mutilación o por descoyuntamiento. Por esos actos lo llamaron Procusto “el deformador” y Demostes “el avasallador”.
El comportamiento de Procusto nos conduce al campo del simbolismo político. Cubre los términos de Estado y dominio. La cama representa el territorio de una nación. Procusto encarna al soberano que lo administra. Procusto y su cama tipifican, en conjunto, a aquellos gobernantes que pretenden acomodar la realidad de una nación a duras y letales dimensiones que le dictan sus ambiciones, sus resentimientos, sus intereses personales, públicos y privados. La cama, en el símil, retrata países y naciones. Procusto representa al dictador que se levanta, se impone y manda a discreción. El caso aparece y se repite en muchas partes. Se da en naciones donde quien maneja el espacio-cama, sacrifica a sus huéspedes, la población, se adueña de todo, impone condiciones, sirve sus intereses particulares, deforma la realidad, atropella y mata. Sus clientes quedan sometidos a la violencia, al tormento, a penosas situaciones de la vida personal y social. Procusto tipifica, de esa manera, a todos los dictadores, antiguos y modernos. Su figura evoca a aquellos que, con todos los medios a su disposición, por ambiciosa conducta, dan sentido político y jurídico a crueles y temibles acciones. Representa a quienes, desde su posición de mando, indiscutida, terminan siendo protagonistas históricos de violencia y arbitrariedades.
Procusto terminó su existencia igual a la que aplicó a sus huéspedes. De manera sangrienta. Teseo lo mató con el mismo procedimiento que Procusto utilizó con sus huéspedes. Lo acostó en una cama pequeña y lo mutiló. Le cortó con un hacha las partes del cuerpo que sobresalían de su contorno.