CURITÍ, TIERRA Y AGUA
Alberto Mendoza Morales
Curití es uno de los 87 municipios del departamento de Santander. Tomó su nombre de un cacique guane que gobernó en el caserío que después llamaron Pueblo Viejo. En enero de 1540 lo trasladaron al sitio actual, 91 km al sur de Bucaramanga. “Pueblo de brumas y amaneceres” a 1.480 m de altura sobre el nivel del mar. Tiene 20oC de temperatura media. El municipio, de 238 km2 de extensión, es montañoso, muestra alturas de 3.000 m sobre el nivel del mar. Predomina el clima cálido. Tiene ríos que nacen en la parte alta del municipio, en una hermosa zona de bosques nativos declarada hace años reserva hídrica de conservación inmediata. Curití es fuerte en minería, agricultura, artesanías y comercio. Es la patria chica de notables personalidades colombianas, Ismael Enrique Arciniegas, poeta, escritor, periodista, político, Alejandro Galvis Galvis, político liberal, fundador de “Vanguardia Liberal” diario de Bucaramanga. De allá viene la familia Santos Montejo.
Curití tiene Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT). Le faltó “participación democrática y concertación interinstitucional”. Lo revisó la Sociedad Geográfica de Colombia por invitación de la municipalidad a partir de un estudio anterior. Tenían el empeño de recuperar, conservar y preservar el patrimonio natural alterado, el agua el primero de todos; de cuidar el área alta ecológicamente delicada, severamente intervenida por una empresa agroindustrial dedicada a la cría de pollos y a la ganadería. La industria implantó usos contrarios a la naturaleza del medio y el ambiente. Degradó el territorio. Sembró pasto brachiaira propio de los llanos orientales. Contaminó las aguas. Ocasionó cambios irreversibles en el paisaje y, desde luego, malestar en la comunidad. Recibió, sin embargo, aprobación en instituciones municipales y departamentales. El caso lo denunció Salud Hernández en EL TIEMPO.
El daño ambiental de Curití influye en la Provincia de Guanentá. Perturba sus aguas. Hay que rescatarlas. Es necesidad pública. Y obligación administrativa. La corrección debe abrirse paso entre los vericuetos de la corrupción de oficinas públicas. El Comité Cívico de Veeduría Ambiental de San Gil defiende a Curití. Le sobran razones para ocuparse del caso. Gobernación, Procuraduría, Fiscalía, Consejo de Estado pueden intervenir para corregir la situación. Lo demás es desgaste y perversión. Al terminar un nuevo año tiene sentido reiterar el caso de Curití, hermoso municipio santandereano afectado por el uso indebido de su territorio. Asunto denunciado en diferentes oportunidades, en otras tantas pasado por alto.