SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE COLOMBIA

Colombia

SELVAS, BOSQUES Y PÁRAMOS

Alberto Mendoza Morales

Colombia pertenece a la franja ecuatorial del planeta. Ocupa espacio en los dos hemisferios mundiales, boreal y austral. Es un país equinoccial, los días tienen igual duración que las noches. Es rico en selvas, bosques y páramos. Cuenta con selva chocoana, con parte de la selva amazónica la más extensa del planeta con 6.4 millones de km2 y con numerosos y extensos páramos.

Entre sus ricas y diferenciadas realidades, Colombia muestra selvas y bosques, dos formas arbóreas naturales muy diferentes y páramos vestidos con particular vegetación. Constituyen riqueza natural que se dio y evolucionó sin intervención humana. Las selvas son densas y dilatadas arborizaciones naturales de enorme escala, excluyen la vida humana. Los bosques son pequeñas y medianas arborizaciones, también naturales, quedaron domésticamente disfrutables para recreo y ornato público. Existen, demás, otros bosques, bosques artificiales, industriales, sembrados y cultivados por el hombre para ser periódicamente talados y sus maderas comercializadas, usadas con fines industriales y artesanales y nuevamente sembrados y talados con los mismos fines.

A partir de estos diferenciales reconocimientos relativos a selvas, bosques y páramos, podemos adoptar en Colombia una legislación diferencial que los tome en cuenta a todos. Se precisa redactar, aprobar y aplicar leyes que reconozcan la inviolabilidad de la selva a partir de un principio: “las selvas no se talan, las selvas se cosechan”. Redactar, en segundo término, leyes que reconozcan la existencia y permanencia de los bosques naturales a fin de que mantenga intacta su naturaleza e integridad, cumpliendo así fines naturales de oxigenación atmosférica y ornato y recreación pública. Aprobar, en tercer término, leyes que normen lo bosques artificiales, los conjuntos de árboles sembrados para ser estacionalmente talados con fines industriales y resembradas en forma técnica. Se requiere, adicionalmente, decretar la propiedad pública de los páramos, territorios por encima de los 3.500 metros sobre el nivel del mar, donde el clima y la arborización natural fabrican agua, recurso vital cada vez más escaso, que demanda, por tanto, estricta protección del territorio donde se produce, la resguarda y la entrega.

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