El ordenamiento territorial exige, en primer lugar, cumplir la recomendación de los koguis de la Sierra Nevada: “¿Queréis ordenar el territorio? Ordenad primero el pensamiento”. El segundo requerimiento es obvio, tener concepción de Estado, aproximación geopolítica y conocimiento del tema, rama inequívoca de la planeación integral. El ordenamiento del país se da sobre tres ejes de reconocida complejidad: a. Geográfico-ambiental; b. Étnico-cultural; c. Político-administrativo.

El eje territorial es la base. El territorio es el piso de la nación, el lote donde se asienta la población, el escenario donde discurre la historia. El punto de partida es la región, concebida como entidad territorial.

El eje humano es particularmente complejo. Conforma un mosaico de cultura necesario de tomar en cuenta. Aquí existen más de 80 agrupaciones humanas identificables, se hablan otras tantas lenguas, además el inglés y el español.

El eje político-administrativo lo forman, básicamente, municipios, departamentos, resguardos, distritos y el mayor de todos, el Estado.

Punto de partida hacia el ordenamiento es investigar y conocer con claridad cuál es el ordenamiento existente. A continuación se practica el diagnóstico de la situación investigada para formular, como culminación, un reordenamiento alternativo necesario, posible y deseable que dé respuesta a los problemas identificados en el diagnóstico.

Vale la pena destacar que el país se compone de seis espacios continentales o macrorregiones: Orinoquia, Amazonia, Cuenca Marabina, Espacio Caribe, Espacio Pacífico y Espacio Andino y que, departamentos, municipios, resguardos, distritos no son entidades territoriales. Son unidades político-administrativas dotadas de territorio.

Aceptada la base geográfica es preciso reconocer que las regiones por tanto no se decretan, se reconocen. Colombia, por formación natural, es una nación pluriregional y pluricultural. Como tal tendrá que ser organizada.