SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE COLOMBIA

EL GRAN DEPREDADOR

Alberto Mendoza Morales

El hombre es un recién llegado al Planeta. Se presenta, sin embargo, como el mayor depredador. Su historia retrocede apenas 200 mil años. Su evolución se ancla tres millones de años atrás vinculada a primates y antropoides africanos. Hoy se distingue como constructor y mucho como destructor. Ataca la naturaleza. Se empeña en la destrucción social de las regiones. Ataca a la especie misma. Se muestra peligroso por temperamento, por el número que alcanza, 6.500 millones, por la polución ética que rige su conciencia. La Tierra enfrenta riesgos reales y crecientes. Hay un daño mundial antrópico. La destrucción es integral. Afecta la Tierra, la flora, la fauna. Y a sí mismo.

En la base de la especie humana palpita un toque suicida. El hombre muestra notable capacidad, no sólo destructiva, también autodestructiva. Hace guerras donde quedan millones de muertos. (Ocho millones en la primera guerra mundial; 60 millones en la segunda). Consume drogas y estupefacientes, intercambia virus genéticamente modificados, con lo cual se crea epidemias letales. El sida es muestra. Apenas una. Produce 8 mil muertos por día. El Periódico Médico Británico asegura que “el sida superará la peste negra que sacudió al mundo en el siglo XIV”.

El trabajo técnico y científico del hombre calienta la Tierra. El agente calorífico es el bióxido de carbono (CO2). Es consecuencia de la industria petroquímica, de la combustión de carbón, gas y petróleo, del trabajo de los vehículos. Sale expulsado por exhostos y chimeneas.. Dados sus efectos, la temperatura ambiental del Planeta aumenta, la nieve se derrite en las cumbres de las montañas, las áreas polares se deshielan, el nivel de las aguas marítimas sube, en las zonas templadas la gente muere de calor.

El agua, sustento de la vida, se seca y se ensucia. Ríos y quebradas merman o desparecen. En contraste caen diluvios en amplias zonas de la Tierra. El cuadro de inundaciones, ahogados y desaparecidos es enorme. Los océanos reciben diariamente grandes cantidades de desechos líquidos y sólidos, basuras y excretas, procedentes de grandes y pequeñas ciudades.

Las selvas ecuatoriales, océanos selváticos, fuentes de oxígeno y energía, depuradores atmosféricos, están atacadas, intensamente quemadas, talados sus árboles, intervenidas las cadenas bióticas, aisladas las especies, dañosamente agredidas sus poblaciones originales y alteradas sus condiciones naturales. Las reemplazan con hatos ganaderos o cultivos de soya. Desde la llegada y “ascenso” de la especie humana la megafauna desaparece. Caza y pesca exceden la capacidad de reproducción de las especies.

El impacto del hombre sobre la Tierra equivale a la colisión con un meteorito grande. Dadas las condiciones advertibles, debemos declararla en estado de emergencia, proponernos su sustentabilidad y aceptarla dentro de nuestro planes, locales y globales, como área de protección integral.

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