COLOMBIA: UNA NUEVA CIVILIZACIÓN
Alberto Mendoza Morales
La situación colombiana nos ofrece la oportunidad de reflexionar de fondo y examinar soluciones viables a la violencia y al terrorismo que azotan la nación desde hace medio siglo. ¿Dónde se dan la violencia y el terrorismo? Se dan donde no se resuelven las contradicciones, donde impera la inestabilidad política, económica y social, donde hay agresión, donde prolifera la delincuencia, donde aparece la decadencia moral, donde se ha llegado a perder el sentido de humanidad. Juan Pablo II advirtió, “si el hombre pierde el sentido de humanidad, pierde el sentido de su propia existencia”.
Frente a estos hechos se encuentran ciertas reacciones.Treinta empresarios latinoamericanos se reunieron hace pocos años en Ixtala, México. Entre ellos Carlos Slim de México y Julio Mario Santodomingo y Luis Carlos Sarmiento de Colombia. Trataron el futuro. Concluyeron en que América Latina necesita que se estabilice y crezca económica y socialmente; advirtieron la obligación que tienen de luchar contra la pobreza, mejorar el nivel de vida de la población y sacar adelante la región. El economista indio, Jagdish Bhagwati, señaló en Bogotá que “la clave está en hacer que la gente poderosa se haga socialmente responsable”.
Unos años antes, monseñor Giuseppe Bertello, Nuncio Apostólico ante el gobierno de México, envió un mensaje a los dirigentes de ese país. Ahí decía: Los hombres deben trabajar para superar las desigualdades sociales. El poder debe ser usado para servir a la sociedad. La paz no llega nunca con la violencia, llega con la armonía. La justicia es el único camino viable para edificar la paz.
El sociólogo mexicano Pablo González Casanova, señaló nuevos rumbos. El mundo, dijo, plantea un reto, crear una civilización que haga realidad la libertad y la vida. Para lograrlo, las armas son intelectuales, morales y políticas y las acciones múltiples, comenzando por fortalecer la paz social, la democracia y la libertad, corregir la inequidad y la exclusión que padece parte de la población mundial.
Los anteriores hechos son guías para un nuevo quehacer. Examinemos la situación de Colombia de manera integral. Como una estructura que nos incluye a todos. Propongo iniciar una acción de cambio nacional de arriba hacia abajo. De los dirigentes a los dirigidos. La forma de comenzar sería hacer reuniones de empresarios con grupos específicos, eclesiales, académicos, con gobernadores, alcaldes, con grupos comunales, cooperativos, sindicales, campesinos. El objetivo, sentar entre todos, como resultado de un proceso participante, las bases para una nueva realidad nacional. La propuesta se hace simplemente pensando en la nación. Se trata de complementar válidas acciones existencialistas con profundas acciones de Estado. Se trata de alcanzar en Colombia la primera fase que nos conduzca a la vigencia de una nueva civilización.