SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE COLOMBIA

Reflexiones en torno al Plan Decenal de Educación

EDUCACIÓN-INSTRUCCIÓN

Alberto Mendoza Morales

“La educación de nuestra juventud no es imputable tanto a la escuela cuanto a la cuna”. Lo dijo el doctor Luis López de Mesa, Ministro de Educación Nacional, en ya lejana época. Si tomáramos el apotegma del profesor como divisa para un plan de educación, deberá incluir, de manera visible, un programa de mejoramiento de las condiciones de vida de los hogares colombianos. Saldría del propósito de combatir la pobreza en los hogares y la miseria en muchos de ellos. El eje cafetero, una de las regiones más ricas de Colombia, muestra la dimensión del caso, 60 por ciento de su población está en la pobreza y la mitad de ella en la pobreza absoluta.

Una sociedad que produce violencia, trasmite violencia. En Colombia es evidente la descomposición de los hogares y la arrasadora agresión contra los niños, especialmente contra las niñas. Niños y niñas son el presente. Anuncian el futuro de la nación. ¿Cómo lograr que una familia en la miseria pueda influir en la sana formación de un niño? ¿Cómo alcanzar que una población empobrecida, improductiva, en parte desalojada de sus tierra, ambulante en el país, atienda la debida formación de sus infantes, niños y jóvenes?

Un segundo punto del plan, en este caso conceptual, está en distinguir entre educación e instrucción. El hecho es que nadie educa a nadie. Uno puede instruir a otra persona, pero no la puede educar. La instrucción es la corriente social, cultural y magisterial que va de fuera hacia dentro del ser. La educación es la corriente contraria. Es la respuesta que el ser da a partir de las enseñanzas y los estímulos que recibe del exterior. Esta dialéctica no se toma en cuenta. Está, además, insuficientemente estudiada, menos aplicadas sus consecuencias. Llegará el momento en que entendamos por qué hay tanta gente muy instruida pero muy mal educada.

Colombia necesita, en tercer lugar, decisiones de Estado que produzcan en la población consecuencias académicas y pedagógicas. Un punto está en preparar la sociedad para conquistar la paz y mantenerla. Otro punto, dentro del marco de la globalización planetaria, es tomar a Colombia como objeto central de estudio y conocimiento. Son retos de dimensión histórica; desafíos que exigen preparar nuevas generaciones de maestros y padres de familia comprometidos en instruir y formar, de la mejor manera, la población de menor edad. Para el efecto, puede pensarse en que todas las universidades de Colombia ofrezcan estudios sobre nuevas maneras de enseñar y formar. La Universidad Pedagógica asumiría la trascendental tarea de preparar nuevas generaciones de maestros que alimenten el nuevo proceso.

Carrito de compra