La ciencia es para minorías; la profesionalización, para mayorías. La Universidad es es recinto de la ciencia. Las Escuelas Técnicas Superiores on el recinto de la profesionalización. Son dos instancias que deben correr separadas pero correlacionadas. La universidad la fraguaron los griegos en el Liceo y en la Academia. Nació en la edad media. Satisfizo las humanidades de la época, teología, jurisprudencia y medicina. En Bolonia los estudiantes organizaron una universidad. Contrataron profesores para que les enseñaran derecho. La universidad evolucionó como centro de debates públicos. En sus aulas se produjeron las disputatio de las cuales fue maestro Abelardo el infortunado amante de Eloisa.

Napoleón impulsó en Francia la Universidad profesionalizante destinada a “formar el personal técnico que la sociedad necesita para su progreso”. Wilhelm Humboldt respondió en Berlín fundando la Universidad para la ciencia. La profesionalización la dejó a cargo de las Escuelas Técnicas Superiores (Technische Hochschulen). América Latina adoptó para sus universidades el modelo napoleónico profesionalizante. La ciencia quedó relegada a categoría ornamental y subalterna. Y así sigue.

Las autoridades académicas de la Universidad de Bolonia, a principios de este año, invitaron al Papa Benedicto XVI a disertar sobre el caso científico-religioso de Galileo Galilei. Profesores y estudiantes se levantaron con violencia. Se negaron a recibirlo y a discutir con él el valor de los planteamientos del científico y el anti-valor del planteamiento de los religiosos que terminaron amenazándolo de muerte si no se retractaba, lo cual consiguieron. La Universidad desaprovechó una oportunidad única para discutir y profundizar, iglesia y academia, el histórico y oscuro episodio. En la Universidad Nacional de Colombia, también este año, la conmemoración de la muerte del Che Guevara en Bolivia ocasionó una semana de violencia y desorden cuando estaba dada la oportunidad de hacer un acto de debate y evaluación de la vida y la obra del revolucionario argentino y sus consecuencias continentales, políticas y sociales.

La situación universitaria actual está signada por la masificación profesionalista, la abundancia de diplomados y la ausencia de docencia y actividad científica. El caso plantea en Colombia un reto de fondo: refundar la Universidad. Dedicarla al cultivo de ciencias, humanidades, filosofía y artes. A trabajar la ciencia que es conocimiento; la filosofía que es concepción vital: la política que es acción, entendida como la búsqueda del bien común. El reto implica fundar, aparte, pero correlacionadas, Escuelas Técnicas, públicas y privadas, para preparar jóvenes en las llamadas profesiones liberales. El desafío es esencial. Chocará con el tradicional conservadurismo que frena el cambio y con el misoneísmo, miedo al cambio, que lo cierra. Miedo y continuismo, unidos, dificultarán el camino hacia la luz, a la refundación de la universidad científica dentro de una perspectiva histórica. La razón inteligente e ilustrada, lo abrirá. Tendremos en Colombia, en un futuro, ojalá próximo, Universidades para la ciencias y Escuelas Técnicas para las profesiones.