Soberanía es “el poder que no reconoce por encima de si mismo ninguno otro”. La soberanía la discute la humanidad desde hace siglos. Jean Bodin (1530-96) dijo qué “soberanía es el más alto poder sobre los ciudadanos”. Hobbes, Rousseau y John Austin, definieron soberanía como “el poder político libre de toda restricción”. Richard Feinberg, ex Consejero de la Casa Blanca, observó que “los gobiernos de los países latinoamericanos utilizan con frecuencia el concepto de soberanía como escudo para esconder políticas retrógradas”.

Pasada la Segunda Guerra Mundial la Constitución francesa previó la posibilidad de aceptar, bajo reciprocidad, limitaciones a la soberanía necesarias para la organización y defensa de la paz.

Las Naciones Unidas aceptan principios que afectan sus decisiones internas, por ejemplo, prohibirse “el uso de la fuerza contra la integridad territorial o independencia política de cualquier estado”. Aceptan también enviar fuerzas armadas a países comprometidos en confrontaciones. Estados Unidos cancela unilateralmente visas a extranjeros, veta empresarios que comercian con Cuba y fija, desde sus oficinas, condiciones que deben cumplir otros países.

“Los gobiernos de nueve naciones del Caribe han suscrito acuerdos que permiten a buques de la Guardia Costera de los Estados Unidos patrullar sus aguas jurisdiccionales y abordar cualquier barco sospechoso para combatir el tráfico de drogas” (The New York Times). Venezuela propone a Colombia la “costa seca” en la Guajira y la “Frontera caliente” que sus Fuerzas Armadas pueden traspasar en persecución de guerrilleros que pasen a su territorio.

Los anteriores hechos responden a “una revisión del concepto histórico de soberanía de los pueblos, revisión que ya existe, nos guste o no” (Belisario Betancur). La soberanía y sus variantes, son materias esenciales que se deben discutir y definir con el fin de alcanzar pacificas relaciones internacionales, integración de las naciones, unidad latinoamericana y óptimo manejo de fronteras.