Los esfuerzos integracionistas de los países andinos tropiezan con el problema de la desintegración interna que agita a cada uno de ellos. Un esfuerzo de integración interna, paralelo a los esfuerzos de integración externa, es indispensable. Este principio es común a todos los países de América Latina.

La soberanía en cada Estado-nación tiene efectos particularizantes. Conspira contra la integración. Cada nación se considera un hecho en sí misma, independiente de las otras, ajena a una comunidad supranacional.

La integración de las naciones se ha visto principalmente animada por factores económicos y comerciales. Los factores culturales y políticos ocupan lugar secundario en el proceso.

La carga del narcotráfico tiene entidad de problema nacional. Pesa rigurosamente en los países andinos. En unos más que en otros. La oferta de estupefacientes se combate en forma violenta en los países productores. No se combate en los países consumidores que es donde está realmente el problema.

Hay que abrir la puerta geográfica a la Comunidad Andina. Los cinco países que buscan integración no son sólo andinos. También son amazónicos, orinoquenses, caribes, del espacio Pacífico y del Trapecio Chaco-Paraná. Son partes de un continente. Esto implica que deben tomarse en cuenta los espacios continentales o macrorregiones que en conjunto conforman el territorio suramericano, áreas territoriales de distinta dimensión. Aportan la base geopolítica para la integración y, en forma práctica, para el manejo de zonas fronterizas.

El conocimiento del área andina, base de la integración, requiere investigación múltiple, geográfica, histórica, humana, demográfica, cultural. La investigación podrá hacerse según patrones comunes a todos los países, teniendo en cuenta territorios, ecosistemas, etnias, entidades político-administrativas. Las investigaciones impulsarán el desarrollo de las naciones, factor importante para la unidad interna de cada una de ellas y su integración orgánica con las restantes.