Prevención y superación de desastres son temas de Estado, materia sociopolítica ligada a pueblos y territorios azotados por golpes de la naturaleza como Armero o por guerras como en casos europeos.

Armero dejó una lección que debemos aplicar en eventos catastróficos: el foco de la reconstrucción está en reactivar, antes que nada, el aparato productivo afectado, crear, con ello, oportunidades de ocupación para los damnificados y, paralelamente, construir vivienda, en unidades urbanísticas bien planificadas. Fue la exitosa técnica de reconstrucción de Alemania en el periodo de posguerra.

Criterio útil en el proceso postdesastre es vincular a la población damnificada en la reconstrucción. La ayuda nacional e internacional es esencial, pero en ningún caso sustitutiva de la acción de la población local.

En Armero se planificó la reconstrucción desde el Instituto de Crédito Territorial, ICT, bajo la gerencia de María Eugenia Rojas. Para reemplazar a Armero -ciudad irremplazable- se diseñó un Plan Regional para el norte del Tolima. La propuesta incluyó la construcción de nueve aldeas en cinco municipios, Ambalema, Lérida, Armero, Mariquita y Honda, señoras de la cálida y fértil llanura. La población de las veredas del área se organizaría en empresas comunitarias, según el prospecto agrario que legó el Presidente Carlos Lleras Restrepo. El modelo ICT no se aplicó.

Nariño plantea, desde el volcán Galeras, una situación preventiva de traslado de población; puede ponerse en práctica el fallido modelo de Armero. En este caso se requiere manejar una previa operación de traslado de población de veredas de los municipios de Pasto, Sandoná, Nariño y Florida, por lo menos. Los pasos a seguir son: disposición de terrenos, organización comunal de la población para la producción de bienes y servicios, de diseño de los nuevos pueblos, construcción urbanística y construcción de vivienda. De algo tiene que servir la experiencia.