Nuestra historia, la historia de Colombia, tienen muchos capítulos sombríos porque hablan de guerras fratricidas y de injusticias sociales. Pero existen también en ella algunos momentos luminosos como es el de La Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada que aglutinó alrededor de su director José Celestino Mutis a quienes tejerían la Independencia de nuestro país.
Adentrándose un poco en el estudio de lo que fue la Expedición Botánica, se encuentra uno además con temas y con personajes admirables como el sabio que la dirigió, un científico que era médico y botánico y que a los 28 años vino de España como médico del Virrey Pedro Messía de la Cerda renunciando a disfrutar de una beca en París; porque, además de la misión oficial que traía, lo acompañaba el no disimulado deseo de conocer y estudiar las riquezas naturales de este exuberante país y especialmente sus plantas.
Se encuentra uno con los recolectores de plantas contratados aquí por el sabio, como Fray Diego García, que para cumplir con su labor tuvieron que pasar mil aventuras y peripecias transitando caminos enlodados, altos precipicios, ríos difíciles de vadear y junglas llenas de peligros y alimañas. De hecho uno de los recolectores, Roque Gutiérrez, murió a consecuencia de un accidente sufrido ejerciendo su oficio.
En el Diario de Mutis “Viaje a Santa Fe”, o en los “Escritos Científicos de Don José Celestino Mutis” recopilados por Guillermo Hernández de Alba, se descubren frases donde se muestra la devoción con que el gaditano estudiaba cada hoja y cada flor de una planta desconocida hasta entonces para poder clasificarla e ingresarla al catálogo de las especies botánicas; Mutis se nos revela así como un ejemplo de consagración amorosa al trabajo en busca de mejorar la salud y la alimentación de las gentes y la economía del país.
Son fáciles de imaginar los pies fríos y el cansancio corporal que tuvieron que soportar los pintores botánicos, al permanecer largas horas sentados frente a su caballete dibujando una planta, antes de que sus flores se marchitaran y antes de que la luz natural, única que los iluminaba en su trabajo, desapareciera; son estos pintores un ejemplo de fortaleza y disciplinada dedicación.
Mirando las láminas producidas por estos artistas, se admira el brillante colorido de las hojas y de las flores pintadas sobre papel que les llegaba de España pero con tintas de la tierra cuyas fórmulas permanecieron largo tiempo en secreto. En estas pinturas se plasmó por primera vez la naturaleza de nuestro país. Son láminas que, además de tener la precisión científica mostrada por ejemplo en la representación de las partes de una flor o en la pintura de las hojas por la cara y por el envés, tienen la creatividad y la armonía que hacen de cada una de ellas, una obra de arte.
Analizando las memorias de la Expedición Botánica sorprende ver el modesto salario que devengaron sus funcionarios para poder vivir dignamente, y recordar que el único honor que tuvieron algunos de ellos fue el ser condenados al cadalso por patriotas cuando, a la llegada del general español Pablo Morillo a Santa Fe de Bogotá para reprimir el movimiento de Independencia, fueron sentenciados a morir, sabiendo que la láminas botánicas, fruto de su trabajo, serían remitidas a España empacadas en cajas. Estas escenas de oscuridad hacen brillar aún más las figuras luminosas de estos héroes.
Hoy admiramos a los competentes artistas y consagrados funcionarios de la Expedición Botánica cuya obra se exhibe con orgullo en el Jardín Botánico de Madrid enalteciendo el nombre de Colombia: Eloy Valenzuela y Mantilla, Pablo Antonio García del Campo, Pedro Fermín de Vargas, Francisco Antonio Zea, Francisco Javier Matís y otros más, junto con los mártires cuya lista encabezan Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, Salvador Rizo Blanco, y José María Carbonell. A ellos, a Mutis que los aglutinó y los dirigió y a su admirable obra en la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, está dedicado este trabajo en la conmemoración de los 200 años de la Independencia.
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