La Hilea Magdalenesa, de Enrique Pérez Arbeláez, es no sólo una gran aventura del pensamiento —en busca de un enfoque integral de problemas de la naturaleza y del hombre— sino el más constructivo, ambicioso y serio de los planteamientos hechos sobre el Valle del Magdalena. Dos calidades, de diversa índole, deben ponerse de relieve para avaluar la densidad y los alcances de esta obra: la capacidad integradora, que reúne en una sola trama científica problemas hasta hoy dispersos o en condición de nebulosa; y el sentido de nación que inspira un nuevo concepto de la actividad política. La primera se expresa en la justa articulación de tres tipos de problemas: los relacionados con la vía fluvial, con el territorio y con el hombre. La segunda calidad se expresa en una doble serie de principios que circulan a lo largo de los diez y ocho capítulos y constituyen su “alma política” y la base de su unidad ideológica: los unos tienden a insistir en la necesidad de que la política tenga una substancia económica, un asentamiento en programas; los otros se orientan hacia la elaboración de una técnica propia de planificar la administración del Valle del Magdalena, siguiendo las orientaciones estimulantes del “sistema del Valle de Tennessee”.
El impulso transformador que alienta todas las páginas de esta obra, se condensa magistralmente en las Nociones del Capítulo VI: “Este libro aspira a promover la riqueza integral y perenne del Valle bajo del río Magdalena, la cual no cuenta en pesos, sino que consiste en hombres libres de angustia y dueños de su destino”. Ahí está sintetizado su inmenso objetivo, científico y humano, el que se relaciona con el avalúo de conjunto de las posibilidades del río y del Valle y el que es remate de un proyecto de transformación planificada, dentro de una nueva estructura administrativa y con la misión política de dar a la sociedad colombiana los medios de su efectiva liberación.
Basado en este estudio de integración de problemas, Pérez Arbeláez llega, lógicamente, a un invulnerable concepto de integración política de la administración regional magdalenesa. Por una parte se apoya en la experiencia del Valle de Tennessee —que ya se ha convertido en una técnica de planificación regional, en unidades democráticamente organizadas— y de otra en el carácter conexo y articulado de los problemas que caen bajo su disciplinada inteligencia.
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