En 1810 el virreinato de la Nueva Granada había variado sus limites y extensión, limitaba con la Capitanía de Venezuela y la Provincia de Quito, segregadas del mismo virreinato en 1777 por disposición del rey Carlos III (1759-1778).
La configuración territorial resultante parte de la aplicación del principio jurídico Uti possidetis juris, “Poseeremos como poseímos”, base para los futuros arreglos fronterizos. La Nueva Granada se asomaba completa al golfo de Venezuela por el norte y ocupaba extensa zona amazónica por el sur y el oriente.
El virreinato contaba 15 provincias: Santafé, Cartagena, Santa Marta, Riohacha, Chocó, Antioquia, Popayán, Neiva, Mariquita, Tunja, Socorro, Pamplona, Casanare. Panamá, Veragua.
La autoridad central de ese territorio vasto y variado era más nominal que real; la solidaridad entre Provincias no existía, imperaba el particularismo territorial. En esa heterogeneidad geográfica se fraguan los arquetipos colombianos: pastusos, antioqueños, santandereanos, costeños, llaneros, tolimenses, cundíboyacenses, litoraleños, isleños, caucanos.
Carlos III centraliza el imperio, resta poder a los virreyes, designa intendentes con amplias facultades, inclusive actuar sin consultar con virreyes ni audiencias. La Nueva Granada en lugar de intendentes, tuvo regentes, con funciones similares; a ellos perteneció: Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien con sus drásticas medidas impositivas ocasionó el levantamiento de los Comuneros.